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viernes, 29 de agosto de 2008

Curso basico (2)

Continuamos analizando cada una de las fases para mejorar el diseño.


4. Los árboles: al igual que las plantas, los árboles también ofrecen un amplio abanico de posibilidades enfocados a diferentes objetivos. Una de las principales funciones del árbol es crear zonas de sombra y, a partir de la creación de esas formaciones, es posible estructurar el resto del jardín. Además, son elementos que generan vistas o pueden ser puntos de atracción dentro del conjunto. Por ello, los árboles tienen una función útil y otra función ornamental.
Las copas de los árboles son de formas muy diferentes: esféricas, columnares, pendulares, en forma de sombrilla o en forma de abanico. Estas diferentes formas contribuyen a crear diferentes efectos, además de diversas sombras.
El tamaño de un árbol se mide, sobre todo, por su altura además de por el diámetro de su copa. Así, es posible encontrar árboles de primera magnitud o grandes (más de 15 metros), de segunda magnitud o medianos (entre 10 y 15 metros) y de tercera magnitud o pequeños (10 metros).
Además, hay que tener en cuenta en el diseño del jardín, la velocidad de crecimiento de los árboles, con el fin de evitar posibles problemas de espacio o de desarrollo del árbol. Esta velocidad viene determinada por la especie o variedad de que se trate.
Hay otras cualidades del árbol a tener en cuenta, como si se trata de clases perennes o caducas, el color, la textura del follaje, el brillo de las hojas, las flores y los frutos. Los árboles perennes, cuyas hojas no caen en ninguna estación del año, son muy útiles como cortavientos y para mantener el color verde en invierno. Los caducos, que pierden sus hojas en otoño, dan sombra en verano y en invierno permiten el paso de la luz a través de sus ramas.
5. Sistema de riego: el riego es un elemento principal del jardín, puesto que de él depende la vida del mismo. Hay que señalar que el agua no se puede administrar descuidadamente, sino que cada planta debe recibir el agua que requiere, ni más ni menos.
En la actualidad esta función se ha simplificado mucho, gracias a la existencia de sistemas automáticos, capaces de adaptarse a cualquier necesidad. No obstante, siempre existen zonas del jardín a las que el riego automático no llega lo suficiente o que precisan condiciones especiales de regado. Para estos casos se empleará el riego manual.

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